La búsqueda sin horizonte de terciopelo
con el bolsillo rebosante de melocotones
me araña la piel liberándose de celos.
Partir y llegar al mismo portal
y comedor. No salir a buscar estaciones
de huidas. Permanecer con mi espejo
devorador de imágenes certeras y
sonrisas sin colas de espera.
Si alzara un peldaño de espuma caería
sobre los algodones de la costumbre.
La libra inercia cómoda en su
mecanismo de relojería; sazonando la
majestuosa condena del libre parpadeo
de la razón.
